Historia

La ubicación de Fuensanta a caballo entre la Sierra y la Campiña ha marcado su papel de núcleo de control a lo largo de la historia, de lo que quedan como testigos restos de recintos fortificados de distintos periodos que salpican su territorio. 

De finales de la etapa ibérica y los primeros albores de la romanización de esta zona es el recinto fortificado del Cerro Algarrobo. Tiene la peculiaridad de ser una fortificación tropezoidal y tiene señales de bastiones a lo largo del recorrido de la muralla. Durante esta fase dependería de la gran ciudad ibérica de Tucci, convertida en época romana en Colonia Augusta Gemella. En esta última fase se produjo en el término de Fuensanta una proliferación de villas rústicas como la de la Atalaya y las Monjas. Precisamente de ésta última procede un cipo funerario de mármol negro con una inscripción dedicada a un matrimonio de libertos y que se conserva en el Museo Provincial. 

De su pasado árabe es el hins-refugio ubicado en el cerro de la Atalaya, del que se han recogido numerosos restos cerámicos datados en torno a los siglos VIII y X. Junto al arroyo de la Fuensanta debieron existir pequeños asentamientos agrícolas que en caso de peligro buscarían refugio en el hins. Tras finalizar las luchas que sacudieron al Emirato el hins se abandonó y los núcleos campesinos quedaron englobados en el distrito de Tuss o Martus. 

Tras la conquista castellana de esta comarca por Fernando III el Santo, el mismo rey la entregó en 1228 al Señorío de la Orden Militar de Calatrava, pasando a formar parte de las encomiendas de la Peña de Martos y de Víboras. En su término se conservan dos torres defensivas de la Orden de Calatrava: Torrevieja y otra pequeña torre maciza en el Cerro del Algarrobo. 

Durante la Edad Moderna no hay referencias a esta población salvo en el siglo XV, en el que se cita a la Encomienda de la Subclavería, ubicada en la Dehesa de la Fuente del Moral, que era utilizada por pastores en el invierno, y que algunos investigadores han relacionado con Fuensanta. 

Fuensanta debió ser una aldea dedicada a la agricultura que aprovechaba las fuentes y veneros, entre los que debieron destacar la Fuente Negra y la Fuente de los Borrachos. 

Por Madoz conocemos a mediados del siglo XIX la presencia de cultivos de huerta y frutales, junto a cultivos cerealícolas, así como la roturación de zonas montuosas para la plantación de olivos. La población contaba con 14 molinos harineros y 3 de aceite con dos vigas cada uno, lo que pone de manifiesto la producción que tenía la población en cada uno de estos productos. A finales de siglo la crisis agraria que afectó a toda la provincia abrió las puertas a la expansión del olivar. Una expansión que ha ido creciendo a lo largo de todo el siglo XX. 

Fuensanta alcanzó su independencia de Martos por Real Cédula de Doña María Cristina de Borbón el 7 de septiembre de 1835.

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Historia Fuente de la Negra en 1947
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