El bien cultural más valioso de este industrioso pueblo, desde el punto de vista estrictamente arquitectónico, es la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Fuensanta. Su origen se remonta al siglo XVI y su lexicografía artística es renacentista, aunque sin alardes estilísticos ni grandes pretensiones en cuanto a sus proporciones o soluciones constructivas.
Su interior consta de una sola planta de cajón -o de lo que también se conoce como contenedor-, dividida en tres naves que sostienen columnas de fuste liso con capiteles dóricos y arcos ojivales escasamente decorados.
Exteriormente, la iglesia presenta dos cuerpos separados por moldura con dos sobrias portadas enmarcadas por arcos de medio punto. La fachada lateral, la que mira a la Fuente de la Negra, es de mayores proporciones que la lateral que se sitúa en la perspectiva con la calle de acceso al centro del pueblo.
El elemento más singular de la fábrica de la iglesia lo constituye su torre, ubicada lateralmente en esquina entre las dos portadas. No está exenta, sino integrada en el edificio, al que supera y añade aún un tercer cuerpo para campanario, con huecos cubiertos por arcos de medio punto.
En línea recta con la portada lateral de la iglesia parroquial, como marcando un eje de íntima comunión, se encuentra la fuente de la Negra, como se la nombra habitualmente. Su significatividad popular está muy por encima del valor de su semántica arquitectónica. Su patrimonialización comunitaria viene subrayada por el propio hecho de que su configuración actual fue elegida por votación popular tras someter varias maquetas a la consideración del vecindario.
Sus formas se definen a través de una volumetría cúbica, perfectamente simetrizada por la disposición de dos espacios gemelos con tres estilizados huecos cubiertos por pequeños arcos de medio punto que enfatizan otros tantos chorros de agua y que, a su vez, están separados por un hueco arqueado de mayores dimensiones, más rehundido en la estructura del edificio, que enfatiza aún más la simetría perspectívica desde la iglesia. En su interior, en hornacina tapada por un cristal, realizada en la segunda mitad del siglo XX por María Isabel Sánchez Bonilla, se venera una pequeña imagen de la Virgen, de unos 8 metros de altura e iconografía clásica, entre piedras y cristalinas aguas que refuerzan el carácter mistérico.
A pocos metros de la Fuente de la Negra se encuentra otro edificio público relacionado con el agua, el lavadero, cuyo origen se remonta al siglo XVII, con elementos arquitectónicos característicos del barroco popular como los arcos carpaneles de acceso o la pequeña columna salomónica central que se apoya sobre un pilar. Su uso, marcadamente social, se ha venido manteniendo hasta casi nuestros días. Interiormente, se trata de una nave rectangular alargada (10 x 2,5 metros), de argamasa y cal, con un canal central, cubierto por techumbre de claraboyas, que constituye el lavadero propiamente dicho.
Las fuentes tienen un preciado valor urbanístico, arquitectónico o simbólico no sólo en espacios públicos. También lo tienen en los espacios privados, como es el caso de la fuente de piedra de Mateo de Inurria, fechada en 1851, que se conserva en la vivienda de Federico Bayona y Teresa Fernández. Aunque de pequeñas dimensiones (un metro y medio), su proporcionalidad y sensualidad de formas, su vistosidad y simetría, le confieren un notable empaque monumental.
Dos edificios destacados del pueblo son el Ayuntamiento, construido en la última década del siglo XX, y el denominado como "El Hotel", de sabor a tranquilo y plácido balneario. Otros edificios que forman parte del patrimonio religioso de Fuensanta son la Ermita de los Encinares, la de Ribera, bajo la advocación de la Virgen del Carmen, y la de Regüelo, consagrada a la Virgen de Fátima.
Ayuntamiento de Fuensanta de Martos